domingo, 30 de marzo de 2014

Maestro dragón

El Dragón y el Humano me han vuelto a ceder el papel en blanco.


Hoy me enteré que hace dos meses murió el que considero como mi maestro zen: Gudo Wafu Nishijima. Sentí un gran pesar en el alma; no sé si por la muerte en sí de ese hermoso maestro o porque no pude cumplir ese distante deseo de conversar un momento con él.

Murió el 28 de enero a la edad de 94 años, en Japón, su tierra natal. Hasta ahora, lo que he encontrado sobre él, aparte de sus sabias palabras, dan cuenta de la bella persona que fue.

Estando en la universidad me encontré de manera muy casual con uno de sus libros en la biblioteca, y sin tener una idea sobre el budismo lo leí. Encontré un sentido sensato, argumentado y sincero en su explicación del pensamiento zen, pero en aquel entonces, mi perspectiva atea solo me permitió comprenderlo en teoría y como un buen discurso lógico y coherente. Fue mi primer acercamiento al budismo zen.

8 años más tarde, en una de las etapas más críticas de mi vida, en donde todo había perdido el sentido, me veía en negro y estaba más atormentado conmigo mismo, volví a encontrar el libro y decidí creer en algo nuevamente, pues el dolor de las culpas y de no tener un norte, estaban acabando conmigo. Empecé a practicar zazen (meditación sentada - meditación zen).

Con sus enseñanzas aprendí que el pasado es un yugo cuando no lo aceptamos, que el futuro puede generar sufrimiento aun cuando no ha llegado. Para el budismo son tiempos ilusorios. Entender esto ayuda a liberar la carga que estamos acostumbrados a llevar, porque sobre estos dos tiempos: pasado y futuro, nuestra sociedad nos presiona y nos juzga. Nosotros mismos nos presionamos y nos juzgamos. Sufrimos.

Vivir el presente no es fácil, por lo volátil de nuestro pensamiento. Anhelamos lo que no tenemos y desdeñamos lo que tenemos o no lo valoramos. Siempre queremos el presente diferente y queremos cambiarlo a causa del futuro y del pasado. Sufrimos.

En el zen, no importa lo que creamos, no importa quiénes hayamos sido o quiénes seamos, no importa lo que hayamos hecho. Tampoco importa lo que pase después, ni lo que falte, ni lo que pensemos y querramos. En el zen lo único que importa es el simple hecho de aceptar todo tal cual es. Todo. Cuando lo aceptamos, el sufrimiento cesa, la tortura de nuestra mente cesa, la pena del corazón cesa. La mente deja de pelear con el corazón y viceversa. En el zazen los dos son uno.

El zazen me ha ayudado a ser más consciente de eso. A agradecer lo que tengo. A valorar la vida como vida misma y como la forma de mi presencia y la de los demás en el universo.

Ahora soy nuevamente creyente en Dios, lo que antes me era imposible como ateo, y buena parte de este cambio se lo agradezco a mi maestro.

En este camino me hace falta demasiado, pero eso tampoco importa, pues la meta dejó de ser tan relevante, como sí lo es el camino en sí. Zazen.

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A quien interese, dejo algunos enlaces para consulta de las palabras de Gudo Wafu Nishijima, a quien hoy, agradezco.

Libro en pdf (35 páginas) en el que Gudo Nishijima hace una introducción breve y sencilla al budismo zen y enseña a practicar zazen:
http://www.dogensangha.org.uk/IBPZ/IBPZ-Spanish.pdf


Video en el que Gudo Nishijima explica la postura para zazen (en inglés; duración: 10 min aprox.)
http://youtu.be/nsFlrdXVFgo

Para el que desee profundizar un poco más sobre el Shogobenzo (Libro fundamental del budismo zen, basado en la interpretación de Gudo Nishijima):
http://huellaszen.blogspot.com/2009/08/comprender-el-shobogenzo-1-gudo.html