viernes, 16 de diciembre de 2022

¿Por qué?

Te quise hablar, pero no fui capaz. Algunas veces que lo hice, fueron las mismas veces que me arrepentí de hacerlo. 

Hoy, que tuve la oportunidad de hacerlo, sentí el impulso con más inclemencia que otros momentos, y si bien, ganas de saber de ti sobran a diario, con la esperanza de alegrarme el día por completo, también, por hablarte, el día pudo haber resultado doblemente amargo. 

No lo sé y ya ni lo sabré. La única alternativa es confesarlo en este escrito, con la necia y absurda idea de que lo leas, sumado a la remota posibilidad de que también llegaras a confesarlo conmigo. No obstante, dichas confesiones sólo tendrían cabida en un tiempo futuro, aquel en el que fuésemos amigos y ya no sintiésemos lo mismo; donde ya no nos importemos, ni lo que hacemos o lo que no hicimos. De esa manera, las confesiones tendrían sentido, porque de lo contrario, las consecuencias se enfilan en dos sentidos: ambos salimos bien librados y contentos, o uno de los dos saldría rotundamente (más) herido. Por eso, lo más sano es hacer el silencio debido.

En conclusión: no te hablé, ni tú me hablaste. A lo mejor, hasta tú puedes estar pensando lo mismo: 

«¿Por qué no le hablé?»

«¿Por qué no me habló?

«¿Por qué no hablamos?»

«¿Por qué?».

jueves, 1 de diciembre de 2022

Concierto

Soy un pianista y mi piano es tu cuerpo.

Teclas blancas, donde la luz de una lámpara lejana, alumbra cálidamente la tersa y exultante desnudez de tus pechos, vientre y piernas enredadas en las sábanas.

Teclas negras, donde las sombras y las curvas de tus formas se elevan y se destapan, entre tu cuello, espalda y entrepierna, formando densos, oscuros y provocadores ángulos en tu figura arqueada.

De tus labios brota la música de una respiración agitada y acelerada, mientras toques suaves, firmes, juguetones, delicados y de extremo sensibles de mis dedos, te interpretan.

Te toco de agudos a bajos; de extremo a extremos; incesante y delirante, en busca de más armonías emanadas y fundidas en el orgásmico momento, tan tuyo y tan mío. De los dos, un solo compás y tiempo.

No hay rincón que no produzca una nota de emoción y deseo. El martilleo incesante de un orgasmo hace que tu cuerpo estalle en ondulaciones y me regale la mejor y más hermosa melodía que jamás habías compuesto.

Tu mirada exhausta y radiante es el clímax del último acorde perfecto, para este concierto íntimo y auténtico, cuyo real director, solista, artista e instrumento, es este amor que por ti siento.

domingo, 27 de noviembre de 2022

Nocturna

Un día más de silencios,
una noche de mayor distancia;
son semanas y semanas en ausencia,
meses y meses de no tener calma.

Palabras que pierden sentido,
momentos que parecen de sátira;
mentiras que no pierden su filo,
ahora purifico esos recuerdos en lágrimas.

Con el alma casi extinta,
Con mi alma casi acabada,
renazco en mí misma
y me libero de tu karma.

Ahora soy yo quién te abandona,
desprecio tu engañosa alma,
me olvido de tu amor y tus palabras
y de la creencia absurda en la que te amaba.

jueves, 17 de noviembre de 2022

Dedicatoria

Dedicarte canciones: imaginando la escena en donde las disfrutas, las cantas o tarareas a viva voz y te mueves libremente con ellas; en donde las bailo contigo; en donde las conversamos en sus significados tanto a profundidad como en su trivialidad; en donde nos quedamos en silencio, bien sea pensativos por nuestras propias experiencias previas, o porque simplemente evitamos cualquier interrupción o ruido.

 

Dedicarte caricias: aquellas en donde mi propio cuerpo adquiere control autónomo para rozar y besar tu entera anatomía; aquellas en donde mis manos reconocen tus pliegues, siluetas y formas perfectamente imperfectas; aquellas donde compartimos calidez y cosquilleos y picardías; aquellas donde aliviamos quejas, cansancios y tensiones acumuladas, a causa del trajín de cada día; aquellas donde nos regalamos el placer del mutuo y agradecido sexo.


Dedicarte momentos: abrazados sin tiempo; trenzadas manos, miradas y carcajadas; caminando, por calles, parques, montañas, ríos o playas, al mismo paso unas veces y otras  marchando detrás; corriendo, evadiendo, alcanzando y jugueteando sin más; conmovidos, velantes y acompañantes el uno con el otro, porque tenemos heridas y malestares del alma, pero con la sola presencia mutua, los hacemos llevaderos y transitorios.


Dedicarte pensamientos: porque a veces estoy de acuerdo y en desacuerdo contigo; porque me gusta algo que dices, haces y cambias, y porque me incomoda algo que dejas de hacer, ignoras y callas; porque estás de acuerdo y en desacuerdo conmigo; porque me aceptas y así mismo te acepto; porque nos reconocemos como seres imperfectos, diferentes y cambiantes; porque tenemos pensamientos propios y compartidos.

 

Dedicarte estas palabras, dejando que el tiempo fluya y se pierda entre la dicha de estar contigo, añorando que todo se postergue y lo efímero del sueño, se suspenda indefinidamente...

 

Sonrío con tristeza, amargura y melancolía: 

aún no existes en mi vida, 

para así dedicarte este escrito.

viernes, 11 de noviembre de 2022

Qué difícil es levantarse

Cuando te sobran motivos para no hacerlo.

Cuando tienes la energía apenas suficiente para mandar todo a la mierda y tu motivación se centra en querer hacerlo.

Cuando añoras el silencio del mundo de afuera y de adentro. No quieres oír a nadie, porque quieres silenciar tu propia cantaleta resonante y repetitiva segundo a segundo, respiro a respiro.

Cuando no encuentras ese pensamiento enfocado y claro de días pretéritos, y saltas de idea en idea, sin encontrar atención, reposo y/o regocijo en una sola de ellas, pero a su vez, y de forma paradógica, toda esta confusión y brincos resultan alineados en solo dos sentidos: «todo importa un culo» y «ojalá que algo volviera a importar un culo, por le menos».

Cuando no hay colores, o si los hay, apenas se perciben como gamas opacas o desteñidas, que complementan el cromatismo con la palidez de tu rostro en el espejo; ese espejo que no brilla y que refleja arregañadientes el desordenado entorno a tu alrededor.

 

¡Oh! Es hora de la pastilla... la pastilla que aseguran para atenuar el dolor (pero que solo lo disfraza)... la pastilla que reduce el volumen, en cantidad y en ruido, de pensamientos (pero que superpone otros y termina formando un bullicio de todos con todos)... la pastilla que recupera medianamente algunos colores y brillos, y que ayuda enderezar unas cuantas líneas de la autoimagen (pero que solo maquilla y termina deformando otras figuras del entorno mismo)... la pastilla que sirve para reunir algo de energía y dizque lo levanta a uno, sí o sí.

Ahora el problema es que tengo que levantarme de la cama por la puta pastilla...

viernes, 11 de marzo de 2022

Hoy

Hoy puedo reír,
porque te he visto reír.

Hoy respiro profunda y lentamente,
porque tu aroma en el aire está.

Hoy puedo escuchar nuevamente,
porque me hablaste y dijiste mi nombre. 
 
Hoy creo en las caricias,
porque tu cabello se agita al viento.
 
Hoy tengo piel,
porque sentí el roce de tus manos.
 
Hoy el mundo existe,
porque lo veo reflejado en tus ojos.
 
Hoy vuelvo a ser yo,
porque me has besado.

Hoy tengo un hoy,
porque estás aquí... conmigo.

jueves, 17 de febrero de 2022

Días de días

Día de flaqueza sentimental,
en el que revivo emociones
de épocas remotas y recientes,
cuyos finales aún quisiera cambiar.

Evoco la agonía de viejos atardeceres
y me resisto a la idea de dejarlos pasar,
los vuelvo permanentes anocheceres
que simulo a ratos olvidar.

Momentos que no fueron,
momentos que debieron ser,
momentos que se apropian de momentos,
momentos que no tuvieron un ayer.

Observo lo que antes soñé
y me pregunto: ¿Qué tanto de sueño fue?
¿Es una pesadilla el no haberlo realizado?
O simplemente… ¿Desde cuándo desperté?

Este bucle latente 
me agota,
me desgasta, me drena y me quiebra,
me pesa la vida,
estoy en ocaso…
Hoy, ya no pude más,
y sencillamente
lloré.

miércoles, 2 de febrero de 2022

2 del mes 2 del año 22

Querido Dragón:

Hace bastante tiempo que no sé de ti. Son meses, semanas y días que lleva el conteo de la distancia y de tantos silencios, pero bueno... Te escribo para contarte un poco de mis acontecimientos.

Quisiera decirte que estoy bien, pero no es así. Durante una buena época lo estuve, pero el combustible de nuestras conversaciones y aprendizajes se fue extinguiendo paulatinamente, hasta el punto en el que hoy me siento perdido y desubicado de nuevo. Estuve fuerte, animado y motivado, cuando las esperanzas eran el aliento de la mañana, y aunque la constante presión de mis propios pensamientos hacían mella y mi energía optimista se drenaba por grietas, alcanzaba a terminar el día sonriendo a pesar de los malos ratos. Durante ese tiempo me sentí en equilibrio con todo y el yo pasado. 

Pero como te decía, la llama fue decreciendo...

En esta sensación de consumación, extraño el mundo que conocía; extraño ver el rostro de la gente sin una cobertura de miedo, en aquellas épocas donde respirar era algo invisible y ordinario; extraño la inocencia del tumulto, de los roces incautos con desconocidos y el movimiento de la masa, esa masa donde todos nos ignorábamos y paradógicamente, no teníamos rostro; extraño los abrazos melosos o amigables o profundos o personales o casuales, que me brotaban de forma natural, incluso en aquellos momentos cuando la única prevención provenía del otro por el simple contacto humano o por la percepción de invasión del espacio personal. 

Extraño eso y me extraño.

Hoy me percibo tan frágil como las cipselas de un diente de león en su estadio final, que con un mínimo soplido se atomizan en el aire. Cualquier dolor físico, mental o emocional se siente más profundo, crudo y hasta corrosivo. Hasta el acto de sonreír se vuelve cada vez más pesado, escaso y reacio. 

Y esto resulta contradictorio, porque por un lado soy insensible al mundo, pero por otro, con todo resulto siendo empático. Lo que antes era algo banal y lejano de otros, hoy se me antoja conmovedor. Lo que antes era importante y trascendental de mí, hoy ya no se me antoja.

No sé si supiste de todos estos cambios del mundo y de mí, o si los habías anticipado, pues seguramente son parte del eterno, necio y terco ciclo humano. En lo que llevo de conocerte, sé que nada nuevo te estaré contando, pero igual no importa. Consideré necesario sentirlo, pensarlo y finalmente, escribirlo.

Quiero que sepas que en este momento, todo lo que he aprendido de ti, me lo he cuestionado. No sé si este caos era evitable o si es justamente su resultado.

Por lo pronto, me despido con una certeza (aclarando que no es para ti en sí, si no que dicha certeza es más por mí) y es que cuando vuelvas, ya no estaré aquí. 

 

Atentamente:

El Humano.

viernes, 7 de enero de 2022

Un viaje

Emprendo un viaje. No conozco el camino, solo sé el destino: un cambio. 
 
Tal vez el viaje sea el principio del cambio;
tal vez el viaje complete el cambio; 
tal vez el viaje me prepare para el cambio.
Desde este punto, sólo puedo advertir la inminencia de un cambio y del hecho de cambiar.

Tengo firmes esperanzas en que el cambio es positivo. A la larga, cualquier transformación lo es.

Obviamente, como todo lo que implica cambios, tendré dificultades y mi reacción será el aferro a lo acostumbrado, pero ante eso, solo tengo claro que tengo la fuerza suficiente para mantener el andar.

Hay miedos y apegos, por supuesto. Miedos a lo que debo soltar y a la misma acción de soltar; pero a la larga, esa es la vida: encuentros, desencuentros, idas, venidas, logros y pérdidas. 
 
A pesar del temor, estoy tranquilo. Supongo que es algo bueno. Es un buen indicador de que esto tenía, tiene y tendrá que pasar.
 
Mi viaje está comenzando. 
Mi viaje ya comenzó.
 
Comenzar a cambiar.