Anotaciones del Dragón...
Sin parar de caminar,
miro el camino
que he recorrido.
A ambos lados me encuentro
conmigo mismo.
Voy solo.
Solo voy conmigo.
Frente a mí sigue el mismo camino,
que he visto desde que empecé el recorrido.
De pronto cambia y me doy cuenta
que así lo he querido
Y cambia, porque cambio.
Si yo no cambiara,
¿cómo cambiaría el camino?
Durante mucho tiempo creí que el paisaje era el mismo: un delante, un atrás y yo, en línea recta, caminando. Andando "derechito".
Con los pasos, empecé a ver que el horizonte al que llegaba no existía, y quedaba perdido.
Ahora, que mucho o poco he caminado, puedo empezar a verlo claro: el horizonte está donde quiera que esté.
¿Debo enfocarme en él?
No. Solo seguir caminando.