viernes, 1 de marzo de 2019

Y-o-s-o-Y

Me dices que te sientes derrotado, que no te puedes levantar de tantas veces que has estado en el suelo; en ese mismo lugar, desde el que ves el mundo, ese mundo encima tuyo, arriba, inalcanzable.

Me cuentas entre lágrimas que te rindes, porque no puedes soportar más la decepción y la desesperanza en el hombre, en el mundo y en la sombra, cada vez más oscura de sus ambiciones retorcidas, egoístas y bajas.

Te acurrucas y clamas con angustia, por la luz que pierdes, la que se disipa, la que se desvanece ante tus ojos, tus manos y tu esperanza, y sufres, porque la penumbra se vuelve cada vez más densa, no hay sentido y si algo lo tiene, se pierde.

Y yo te pregunto:

¿Por qué buscas la luz en el cielo?

¿Has buscado en ti mismo?

¿Te has visto?

La luz no viene de mí, ni de nadie, y no es porque no alumbremos. Es porque el brillo siempre ha estado, está y estará inmanente en tu propio cuerpo.

Levantante que tú eres tu propio suelo y tu propio techo.

Limpia tu rostro, ¿acaso no te das cuenta que tu propia piel es el paño de lágrimas?

Estira tus brazos, tus manos, tu cuerpo, aunque en verdad, no necesitas alcanzar nada. Ya con el solo hecho de cambiar la postura de tus músculos eres otro, no eres el mismo tullido, ni seguirás enroscado.

Pierdes la fe en la humanidad, porque has perdido la fe en ti, ¿olvidas que tú eres la misma humanidad? Lo que hayan o no hayan hecho contigo - posible/seguramente - lo has hecho con otros; eso mismo, sencillamente, nos hace seres humanos.


¿Te hablas? ¿Qué te dices?

Las palabras que esperas escuchar y el consuelo no llegarán mientras tengas llena tu cabeza de pensamientos, porque rebotan tanto en ti, que no dan espacio a nuevos pensamientos sobre ti mismo. 

Conoces hasta el cansancio tus palabras mentales, por lo que pretendes que otra voz sea la que te diga lo que esperas oír, supones que el mensaje correcto vendrá de otros labios. 

¿Y si vuelves a creer en tus palabras?
 ¿Y si te dices que te amas? 

 
Háblate. 
Escúchate.
Pero si vas a insistir y repetir los mismos reproches, haz silencio.

Aunque no eres tus pensamientos, 
eres lo que te digas, porque 
eres tu propio principio 
y eres tu propio fin.



SereS

O

YosoY