lunes, 13 de mayo de 2013

Vuelo

Respiro.

Mi cuerpo viaja a donde mi mente me lleva. Surco el aire a toda velocidad mientras mis sentidos se condensan en un aparente vacío, llenos de energía, delirio y fuerza, vibrando en una marea de sensaciones que me dominan; es mi vuelo.

Abajo la naturaleza pierde su forma estática y corre tras de mí; en el frente el paisaje está expectante y presto a mi fugaz pasada.

Vuelo, vuelo, vuelo como si eternamente lo hubiese hecho. No tengo un límite, o bueno sí lo tengo: el firmamento.

Las nubes, tan mullidas desde tierra, son gotas invisibles de agua, que en nada se parecen al algodón, blando y seco del cielo; rasgan con frío trémolo la piel de mi rostro, de mis manos, de todo el cuerpo. Me congelo, pero no.

¡Puffffffffff¡ Indescriptibles percepciones. El mundo no está quieto. Me gusta, me gusta; me gusto. Yo, el viento, el vacío inexistente; todo tiene vida, todo tiene movimiento, todo vibra antes de mi paso, con mi paso y mi estela de éxtasis.

Respiro.

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